Gratuidad para todos en la Educación Superior, “cuñas” personales

Andrés Sanfuentes

1.- Las movilizaciones estudiantiles tuvieron el mérito de poner temas prioritarios en las agendas políticas, referentes a los abusos y las desigualdades existentes en Chile.

2.- A los estudiantes se sumaron otros sectores insatisfechos, por diferentes razones y pertenecientes a distintos segmentos sociales, cada uno con sus propias motivaciones, tanto generales como específicas.

3.- Las protestas afectaban a varios sectores: educación, salud, vivienda, servicios financieros, farmacias y laboratorios, “retail” y en varias ciudades. Se pueden ejemplificar y simbolizar en La Polar, cadenas farmacéuticas, “cascadas”, créditos Corfo y CAE, AFP, utilidades de las isapres, Magallanes y Tocopilla, entre los generadores de abusos.

4.- Las movilizaciones (“la calle”) son expresiones de una parte de la población, pero no son “los” representantes de “la ciudadanía”. Como afirma Carlos Peña, es un error confundir “la calle” con la ciudadanía. Quienes protestan no son “todos”, sino una minoría activa, mientras la masa sigue en su tradicional abulia política a que los ha conducido el neoliberalismo, aunque no se sienta satisfecha con la situación del país y empiece a salir de su letargo.

5.- En democracia, los representantes de la ciudadanía se expresan en las elecciones de Presidente de la República y de parlamentarios: una persona = un voto con igual poder. No el que grita más y con mayor fuerza.

6.- Demanda de la calle estudiantil: “seamos realistas, pidamos lo imposible”, exigencia de educación gratuita para todos, ahora.

7.- Se olvida que la promesa del Programa Bachelet fue acotada: gratuidad para el 70% de los estudiantes de la Educación Superior (ES) de menores ingresos al final de su gobierno y universal en 2018, sujeta a la acreditación de la calidad de los planteles.

8.- Crítica: propuesta tiene un alto costo y hay otras prioridades, como los niveles previos de enseñanza y programas sociales adicionales, si se quiere reducir la desigualdad.

9.- La gratuidad universal es regresiva, pues también subsidia a las familias con los mayores ingresos del país.

10.- Según la reciente encuesta CEP (en una pregunta bien formulada), solo el 38% considera que las universidades debieran ser gratuitas para todos sus estudiantes, mientras el 57% afirma que solo para los estudiantes de familias con menos recursos. Al mismo tiempo, refleja que la prioridad es la salud que les afecta a todos y cotidianamente, más que la educación, que muchos ya no pueden modificar.

11.- La gratuidad universal solo se puede lograr cuando el ingreso por persona nuestro sea similar al de los países desarrollados de la OCDE, como Suecia, que en la actualidad tienen más del doble que Chile. Pocos miran la calidad de las gratuitas argentinas y su paulatino deterioro.

12.- El notable logro de masificar el acceso a la ES hasta 1.300.000 estudiantes, se obtuvo con un gran esfuerzo público y privado, de manera tal que para tener gratuidad universal sería necesario reemplazar los pagos directos y los créditos por un financiamiento fiscal adicional.

13.- Si se logra la aprobación de la Reforma Tributaria con el monto previsto, del equivalente a 
US$ 8.300 millones, esos recursos se lograrían en forma creciente y en cuatro años y solo 1/3 se destinaría a ES, donde además se requieren fondos para la Ciencia y Tecnología, infraestructura, educación de postgrado y aportes basales. La plata no alcanza. 
14.- Para mejorar la eficiencia de la ES también se debe acortar la duración de las carreras y flexibilizar los traslados entre ellas. Adicionalmente, se necesita modificar la normativa que rige la acreditación de las entidades y hacer una completa evaluación de las sedes que han proliferado sin un adecuado control de su calidad. 
 15.- Además, aún está pendiente la situación de los endeudados de los créditos solidarios, Corfo y CAE, para lo cual se necesitarán recursos adicionales, pues es ingenuo creer que ellos no se movilizarán tras sus reivindicaciones.